Una noche tranquila,
despejada como siempre...
Invadida de sueños y de nostalgias,
son tantas las ganas de volverte a ver,
que en medio de tanto suspiro,
de tanta esperanza,
de tanta calma que impacienta,
noto cómo tu rostro se dibuja
en las pintorescas calles de mi imaginación,
y comprendo que me sobran motivos para recordarte,
motivos para anhelarte y no dejar de pensar en ti...
La lluvia parece estar de tu parte,
pues aunque le temo a los truenos,
ellos no hacen sino recordarme que me faltas,
porque si estuvieras aquí,
a mi lado,
me armaría de valor
y trataría en lo posible de no declinar ante ellos,
en cambio solo estaría entre tus brazos,
llenándote de besos
y de todo este amor que tengo para dar,
ese que guardo con recelo...
Te diré una y mil veces al oído
lo bien que se siente tenerte
y compartir contigo,
lo maravilloso que es sentir el roce de tus labios
y disfrutar de este sentimiento compartido...
Te hablaría de nuestras salidas
y reviviría cada momento,
sin olvidar que lamentablemente son escasos
y que pueden muy fácilmente ser contados,
sin olvidar jamás,
que de lo bueno poco
y que si para poder estar a tu lado,
las cosas así tienen que pasar,
disfruto de cada instante a pequeños sorbos...
Si la belleza es simple,
es porque no cuenta con tu magia,
con esa parte tan dulce y un tanto misteriosa
que muy bien guardas...
Porque aunque la odiosidad sea tu mejor arma,
no debo dejar a un lado ese toque sensitivo
y romántico que con sutileza disfrazas...
Hoy sólo quiero meditar y esperar el próximo instante,
ese que esta por venir
y que disfrutaré al máximo,
como antes,
como siempre,

como sólo tú sabes...