martes, 5 de febrero de 2013

Si... me siento vacía. Vacía sin tus caricias, sin tus besos, sin tus apariciones inesperadas, sin la manera en que describes las cosas, sin esa mirada que me envuelve en un lugar mágico, sin el despertar a tu lado en mi cama...

Esos pequeños detalles de los que siempre me he fijado en ti: esa forma tan peculiar de secarte con la toalla, cómo sonríes... Me encanta cómo algo tan sencillo como comer lo hagas con tanta delicadeza, cómo vestías cualquier sorpresa para que fuera diferente, tu olor me atraía de una manera sospechosa... Hasta cuando te muerdes las uñas, es especial...

Despertar y contarme tus sueños como si realmente hubieran ocurrido. Tus cosquillas... Me encanta mirarte desde el hueco que había bautizado como mío, ese espacio entre tu hombro y tu cuello, desde donde allí era un mundo completamente distinto. 
Tus brazos que me rodeaban me hacían sentir segura y protegida.

Ya no queda nada de todo lo que he sentido, ya no habrá más abrazos, ni más besos, ni más de nada...

Ni siquiera se puede inventar una palabra nueva con todo lo que llegué a sentir...

Todavía tengo tu sabor y tu olor dentro de mi, mezclado con todas las cuchillas que, al moverme desgarran cada órgano de mi cuerpo. Cada vena... está llorando. Lloran por ti.

Mi voz se ha apagado...

Mis ojos se han vuelto pequeños...

Y mi corazón se muere, poco a poco...